Hay tardes en que se esconde el sol, cae y se sumerge dentro de la montaña, todo entonces es oscuro y no hay dónde mirar. Y entonces sientes que tu ansia, tu deseo, tu esperanza, ésta tarde se ha ido con el sol, detrás de algún lamento cubano, a ritmo de pena y de nostalgia.
Cuando suceden esas tardes, no hay nada mejor que la poesía, no para mitigar la pena, sino para acompañarla.
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